La
intensificación de los sistemas lecheros ha requerido que los animales
involucrados en los procesos de transformación sean seleccionados genéticamente
a una mayor productividad. Producir más al menor costo posible ha sido una
constante. No obstante un programa de selección en una única dirección, sin
tener en cuenta otros aspectos como salud y bienestar, ha superado en muchos
casos los límites biológicos de la especie. El aumento en la producción lechera
debe verse con cierta preocupación debido a que está relacionado a:
1.) Un
descenso en la tasa de fecundidad y longevidad;
2.) Alta incidencia de
mastitis, cojeras y desordenes metabólicos;
3.) Incremento en los estados de
reactividad al manejo y desordenes conductuales (e.g. estereotipias).
En este
contexto, las buenas prácticas de manejo tienen una importancia vital, no
solamente desde la perspectiva del bienestar y la calidad de los productos,
sino también de la inocuidad alimentaria. Una gestión efectiva del bienestar en
el establo lechero, requiere del control de varias etapas críticas que incluyen
el destete, descorne, profilaxis, ordeño y conformación de los grupos. La
coordinación de todas estas operaciones es una tarea compleja que requiere una
buena organización y minimización de la reactividad y frustración que son
propiciados frecuentemente por diversas prácticas de manejo. La gestión
eficiente de un establo que tenga al bienestar como eje, tendrá un impacto
positivo en las ganancias de los productores, distribuidores y minoristas,
debido a que estas actividades afectan la producción, la calidad y la
satisfacción del consumidor.
El
bienestar animal es un concepto transversal que abarca todas las disciplinas
involucradas en el desarrollo y la optimización de los sistemas de producción.
Los factores causantes de las variaciones en la escala de valoración, los
podemos agrupar en tres niveles o criterios de valoración: los que están
basados en el ambiente productivo (estresores); basados en el animal (respuesta
de estrés); y los basados en las consecuencias de la adaptación (salud,
productividad y calidad del producto). De esta manera podremos asignar notas
parciales a cada nivel y finalmente combinarlas en una nota conjunta. Cada
nivel es un parcial que se resume en una nota final. Sin embargo no todos los
parciales valen lo mismo. Por ello se deben ponderar las notas parciales de acuerdo
a la importancia que se les quiera asignar. Además, la ponderación no será fija
a lo largo del tiempo, sino que debe tener un carácter dinámico. Una única
medida no es suficiente para tener una idea aproximada de cuál es el nivel de
bienestar de los animales. Incluso una aproximación con múltiples variables,
pero desde una sola perspectiva (i.e. comportamiento) tampoco es suficiente.
Por lo cual, debemos desarrollar una serie de variables que abarquen todas las
perspectivas. El presente capitulo, hace un análisis breve de los diversos
tópicos actuales de bienestar en el ganado lechero en la industria lecherea que
tienen impacto la producción, la salud y la calidad de los productos.
Comportamiento
En
condiciones de libertad los bovinos muestran organizaciones sociales muy
distintas a las que vemos en los sistemas actuales. La estructura social de los
hatos está determinada por grupos matriarcales que consisten de hembras adultas
con sus crías de la estación y separadamente grupos de machos. Por ejemplo, en
poblaciones de ganado feral se ha observado que las hembras y los animales
jóvenes pastorean libremente en grandes áreas, mientras que los machos adultos
se mantienen en subgrupos con territorios bien definidos. Los grupos se forman
por 30-40 individuos y el rango de edad es muy amplio. La cohesión entre
individuos es muy intensa, por lo que la frecuencia de interacciones agresivas
es muy baja y las jerarquías son muy estables. En las explotaciones lecheras
modernas las estructuras sociales de los animales se alteran totalmente,
manteniendo grupos de un sólo sexo, y densidades altas o bien en aislamiento
(i.e. sementales) lo que los predispone a mostrar patrones de comportamientos
anormales. Estudios sobre el uso de espacio, revelan que las vacas necesitan
lugares donde se puedan ocultar para evitar confrontaciones con otros
individuos, incluso llegan a usar barreras físicas, como los cubículos y
comederos para este fin. En situaciones de alta densidades, el espacio
individual es invadido con mayor frecuencia aumentando la competencia por
recursos, incrementando las interacciones agresivas. Además, el constante
reagrupamiento y grupos grandes no permiten que los animales se reconozcan
individualmente y se formen jerarquías estables aumentando los niveles de agresión,
estrés social y falta de cohesión social. Las consecuencias del estrés social
son importantes ya que puede tener efectos endocrinológicos e inmunológicos de
largo plazo, que se relacionan con aumento en la aparición de enfermedades,
reproducción reducida y una conversión alimenticia pobre. La medición de rango
social en vacas no es simple, y se ha alejado de la simple relación
dominante-subordinado basándose solo en las interacciones agresivas.
Recientemente se ha destacado que las interacciones afiliativas pueden ser de
igual o mayor importancia para mantener lazos sociales y formar estrategias
sociales permanentes.
El
comportamiento de las vacas en estabulación es menos sincronizado comparado a
las que están en pastoreo, además de que el tiempo total que dedican a
pastorear es mayor que el que destinan en un comedero. En el caso de los
periodos de descanso, las vacas dedican mayor tiempo a descansar cuando están
en pastoreo que cuando están confinadas, y además la variación individual de la
conducta de descanso es mucho mayor en condiciones de confinamiento. Esto
quiere decir que no todos los individuos se adaptan en la misma forma a los
cambios del entorno. Cuando no se tienen suficientes espacios para comer o
descansar, se tienen efectos negativos de salud sobre las vacas de menor
jerarquía social, ya que tienen que descansar fuera de los cubículos o comer
menos en horas inusuales en comparación con el resto del hato. Así mismo,
aquellos animales que por evitar confrontaciones tienden a estar parados más
tiempo, son más susceptibles a sufrir de padecimientos podales. La estabulación
y dietas bajas en fibra pueden causar el desarrollo de conductas
estereotipadas, particularmente orales. Las estereotipias son patrones
conductuales repetitivos sin función aparente que han sido descritos como
anormales que están vinculados a estados de frustración y ambientes poco
estimulantes. Las estereotipias reportadas en becerros y vacas son las orales,
entre las cuales se ha descrito el enrollar la lengua, mordido y lamido de
rejas, comederos y tubos diversos.
Los
becerros tienen una serie de problemas de bienestar característicos, debido a
que son separados de la madre a una edad temprana y generalmente son alojados
en corrales individuales, que restringen, y en algunos casos suprimen
totalmente, la mayoría de los patrones de conducta social e individual. Suelen
ser confinados por largos períodos en sitios donde no pueden dar la vuelta, ni
acicalarse la región posterior de su cuerpo, mantienen niveles elevados de motivación
para moverse e interactuar socialmente, aunados a una incidencia más alta de
incapacidad para moverse cuando se les saca de las corraletas y mayores niveles
de cortisol. Estos animales, al ser expuestos a una situación social no
muestran patrones normales de interacción social y como consecuencia no son
capaces de competir por alimento con becerros criados en grupo, reflejado en
una disminución en la ganancia de peso.
Aunado
al incremento de estereotipias y comportamientos re-dirigidos que resultan en
una alta ingestión de pelo con la formación subsecuente de tricobezoares. Dos
de las alteraciones del comportamiento más comunes en becerros criados en
grupo, son mamarse entre sí y beber orina. El mamarse entre sí puede aumentar
con el uso de cubetas, ya que los animales redirigen la conducta de succión a
otros becerros. La sustitución de cubetas por mamilas, ha sido reportada como
inhibitoria de la succión prepucial entre becerros. Existe una mamila patentada
('Botella Braden') que toma ventaja de la motivación para mamar de los
becerros. Esta tiene un pezón de plástico que permite que salga alimento seco
cuando el becerro succiona o muerde. Después de que son alimentados con leche
para estimular una respuesta de mamar, se coloca la botella Braden y el becerro
aprende a ingerir granos a una edad temprana.
Ambiente productivo
Es
aceptado que los sistemas intensivos de producción lechera son altamente
restrictivos, poco estimulantes y exigentes en términos biológicos, lo cual
aumenta el costo energético de los animales para adaptarse al medio productivo.
Estos sistemas están basados casi en su totalidad en la estabulación, la cual
tiene diversos efectos en la salud (cojeras, mastitis, hipocalcemia, cetosis,
etc.), la longevidad y el rendimiento lechero. Diversos factores como el número
de cubículos, su diseño, la calidad de los pisos, el ancho de los pasillos y el
número de lugares para comer, afectan la cantidad y la calidad del espacio
disponible para las vacas. Por ejemplo, los pasillos anexos a los comederos
deben ser lo más amplios posibles (entre 3 y 3.5m), esto permite a las vacas
pasar sin tener que desplazar a otras que estén alimentándose, permitiendo el
libre flujo de los animales, además de tener puntos de entrada y salida en sus
extremos. Esto es especialmente importante para los animales de baja dominancia
que suelen evitar los pasillos sin varias entradas por temor a ser agredidos y
no poder huir, debido a la alta competencia por el alimento.
Existen
dos esquemas de estabulación: libre (free-stall), y fija (tie-stall). En la
primera los animales pueden moverse libremente en el establo o espacio
confinado, disponiendo de áreas colectivas o cubículos a libre elección. La
segunda restringe a cada animal en un cubículo, donde se le alimenta y no tiene
posibilidad de desplazarse a otra área de manera voluntaria. Aunque en ambos
casos, diversos estudios han encontrado impactos de diversa magnitud en
parámetros conductuales y fisiológicos, la estabulación fija es la más
controvertida. Debido a que restringe el movimiento voluntario y altera las
relaciones sociales de los animales. Sin embargo, cuando se les posibilita
acceso a áreas en periodos determinados de ejercicio, es posible reducir
algunos efectos negativos como el aumento de comportamientos locomotores y de
exploración, además de una reducción de cojeras y lesiones de la ubre. Otro
estudio ha evidenciado que cuanto más tiempo las vacas están en los cubículos,
en el momento que se les da la oportunidad de salir a un potrero son más
activas y aumenta el comportamiento exploratorio, es decir podría existir un
posible efecto compensatorio.
La
ordeña es sin duda uno de los puntos críticos a nivel ambiente productivo que
pueden causar problemas de adaptación en las vacas. En muchos hatos de alto
desempeño, las vacas se ordeñan dos o tres veces por día. Uno de los estresores
más frecuentes en esta etapa, es el tiempo de espera para ser ordeñadas, el
cual suele ser problemático en hatos grandes. Diversos estudios han demostrado
que la ordeña en ambientes controlados, con manejo calmo y relaciones positivas
del ordeñador con los animales, repercuten en una liberación continua de
oxitocina durante el ordeño, lo cual permite un eficiente vaciado de la ubre
previniendo la mastitis. Sin embargo, cuando las vacas tienen que adaptarse a
cambios en la sala de ordeño (ordeño robotizado, nuevas instalaciones,
operarios nuevos, cambios de rutina, ruidos, variaciones de luz, entre otros),
la liberación de oxitocina suele ser inhibida durante los primeros ordeños y
tiende a normalizarse gradualmente.
Los
propietarios y los operarios tienen un gran impacto en la salud, el bienestar y
la producción. Esto debido a que toman una gran cantidad de decisiones
cotidianas de gestión del hato, construcción y/o mantenimiento de alojamientos,
y la calidad del manejo. Hay cuatro situaciones en las que los humanos tenemos
responsabilidad en el sufrimiento de los animales. La primera de ellas es la
ignorancia, es decir no saber qué hacer. Ello se resuelve informando
apropiadamente. La segunda es la inexperiencia, es decir saber qué hacer, pero
no saber cómo hacerlo, ello se resuelve con formación. La tercera situación es
por incompetencia, es decir saber qué hacer, saber cómo hacerlo, pero no ser
capaces de hacerlo. Uno de los puntos más importantes que afectan al bienestar
son las actitudes del personal hacia los animales, que está determinada a su
vez por la empatía, la experiencia, el compromiso laboral y la carga de
trabajo. El manejo violento durante el arreo y otras prácticas de manejo que
implican cercanía entre el manejador y los animales, ha sido asociado al
incremento de estados de miedo asociados a la presencia humana, los cuales
tienen repercusiones en la productividad lechera. Por lo cual, es vital que
exista un programa de capacitación general de manejo que incluya temas de
comportamiento del ganado, interacción humano-animal, manejo calmo,
protocolos de intervención en casos de emergencia y el impacto económico de una
falta de bienestar en el hato. Una estrategia efectiva en la capacitación al
personal, es complementar la transferencia de conocimientos simples con
estrategias cognitivas que les permitan generar empatía hacia los animales y
ver sus implicaciones prácticas.
El
transporte ocasiona, aún en las mejores condiciones un marcado estrés en los
animales. La intensidad de esta experiencia depende principalmente de la
calidad de la conducción, la duración del viaje, los niveles de vibración, el
ayuno, las condiciones atmosféricas, el diseño de los vehículos, la densidad de
carga y la mezcla social. Aunque el transporte es un problema de bienestar
clásico y muy estudiado en bovinos de carne, en bovinos de leche existe poca
investigación. El ganado lechero es transportado por tres razones
fundamentales: El envío de vacas de desecho al rastro, participación de los
animales a exposiciones ganaderas, y el comercio de vacas, becerros y becerras
de reemplazo. Aunque la vibración es un factor problemático en todas las
especies, tiene una especial importancia en vacas (sobre todo en caminos en
malas condiciones y durante el frenado), debido a que durante el viaje la
transmisión de la vibración del piso del vehículo a los animales, puede ser
significativo y causa un efecto de péndulo en las ubres creando pérdida de
equilibrio durante el viaje. Las caídas suelen causar lesiones cutáneas,
ruptura de cuernos, cornadas, fracturas y en casos graves fracturas expuestas.
En el caso de las vacas de desecho se debe tener especial cuidado en la
elección de que animales se pueden transportar y cuales sacrificarse in situ.
Por ejemplo, no se deberían transportar animales con una condición corporal
inferior a 2 (escala 1-5), o con lesiones en la columna y/o patas. En el caso
de vacas gestantes es importante no elegir animales en el último tercio de la gestación,
además antes y después del viaje dotar de suficiente alimento, agua y
suplementación mineral.
Salud
Los
indicadores de salud utilizados por los veterinarios y los productores se
centran generalmente en enfermedades, lesiones y problemas reproductivos. Sin
embargo, los problemas de funcionamiento y la adaptación biológica al
ambiente productivo son claramente una preocupación para el bienestar. La
intensificación, los programas de mejoramiento genético, los avances en la
tecnología de ordeño y mejoras en la alimentación, han creado animales capaces
de producir más leche de la que se necesita para alimentar un ternero en
condiciones naturales. Bajo estos esquemas, la producción de una vaca está
situada entre 7,500 a 12, 000 kg de leche (con una lactancia de 305 días),
aunque en altas productoras pueden llegar a los 20,000 Kg. Este rendimiento
entraña múltiples problemas de bienestar y salud, por ejemplo un animal debe
soportar un peso de tejido mamario y leche almacenada que puede ir entre 70 a
140 Kg. Esto se complica con la edad, debido a la relajación de los ligamentos
de la ubre, complicando el movimiento y desplazamiento de los animales que
pueden originar problemas de cojeras, lesiones en la ubre y mastitis.
Las
cojeras son consideradas como un importante problema de bienestar en las vacas
lecheras. Las vacas que sufren de una lesión podal no pueden enfrentar a su
entorno debido a las dificultades para expresar patrones de comportamiento
normales. La etiología estas lesiones está relacionada a factores tales
ambientales (suelos de concreto, pisos húmedos y cubículos incomodos),
comportamentales (dominancia social, temperamento), infecciosos (Fusobacterium
necrophorum, Bacteroides melaninogénicus, Spirochaetas penortha,
Corynebacterium pyogenes), nutricionales (bajo contenido de fibra y alto
porcentaje de proteínas), hereditarios (animales grandes y/o pesados,
conformación de los miembros) y la habilidad de la vaca para adaptarse a este
entorno. Las respuestas conductuales específicas determinarán la manera en que
estos factores predisponentes influyen en la presentación de problemas
locomotores. Por ejemplo, en un estudio sobre la susceptibilidad individual a
presentar diferentes tipos de padecimientos, se observó que aquellos individuos
que tienden que evadir socialmente a otros y que permanecen más tiempo parados,
son más susceptibles a presentar lesiones de tipo infeccioso.
Desafortunadamente, los operarios tienen dificultades para identificar animales
enfermedades en las primeras etapas del padecimiento, sobre todo
en grandes hatos, donde se dificulta la observación. Otro problema es que
en muchas evaluaciones se realizan en sustratos como la paja o el pasto, que
amortiguan el paso y reducen la visibilidad de la claudicación. Aunque existen
varios métodos de puntuación basados en la dinámica, estos están basados en
pocos patrones o en cambios posturales muy concretos como la espalda arqueada,
por lo que es recomendable considerar observaciones complementarias, como el
tiempo de descanso y el tiempo de dinámica para tener un diagnóstico más
certero. Actualmente existen técnicas computarizadas basadas en la cinemática
que obtienen medidas precisas de la dinámica y cómo esta cambia con los
diferentes tipos de lesiones, sin embargo su uso práctico es aun limitado.
La
mastitis es otra enfermedad de origen multifactorial, estrechamente vinculada a
la intensificación y constituye un problema serio económico y de bienestar, por
la alta incidencia y prevalencia en granjas comerciales. Puede ser definida
como una inflamación de la glándula mamaria producto de una etiología
infecciosa o no infecciosa. Aunque la mayoría de la mastitis es de origen
bacteriano, la mastitis se caracteriza por cambios físico-químicos de la leche
y cambios fisiopatológicos del tejido mamario, con posibles síntomas
sistémicos. Existen factores conductuales predisponentes, como el mamado entre
vaquillas o vacas del hato. Este comportamiento puede causar problemas de
mastitis en la vaca receptora, debido a la inoculación de patógenos vía salival
del animal emisor, además de causar deformidad, endurecimiento y/o destrucción
de los pezones. El tipo de alojamiento es también un determinante en la
aparición de mastitis, por ejemplo un estudio encontró que las vacas mantenidas
en áreas comunes con camas de paja tuvieron una incidencia significativamente
mayor de mastitis clínica en comparación con las vacas alojadas en cubículos
con camas de arena.
Las
lesiones y/o callosidades del cuello son también una afección relativamente
común, debido al contacto prolongado con la barra superior de los comederos
durante el consumo de forraje. Estas lesiones son provocadas cuando la
distancia entre el comedero y la barra metálica superior es corta, lo cual es
común en comederos diseñados hace 40 años cuando las vacas eran más
pequeñas de lo que son actualmente. En el presente, estas barras han sido
sustituidas por cables que pueden ser revestidos de tubos de PVC y ser
ajustadas en su altura, por lo que pueden aminorar el contacto y los daños,
además de ser más flexibles.
Productividad y calidad del producto
En los
últimos años, una serie de evidencias indican que la falta de bienestar
repercute en el comportamiento productivo de los animales y la calidad sus
productos. Convirtiéndose en un argumento importante en la promoción del
bienestar en la industria ganadera, asumiéndose de manera automática que altos
niveles de bienestar, garantizan una mayor producción, lo cual no es
necesariamente cierto. Por ejemplo, las vacas lecheras de alta producción
tienen niveles de productividad incompatibles con un elevado nivel de
bienestar. El costo biológico del estrés de producción al que están sometidas
hace que otras funciones vitales como la reproducción sean afectadas, debido a
que el intervalo entre partos se alarga. Este costo se traduce en una elevada
incidencia de enfermedades metabólicas, superando el punto de inflexión a
partir del cual la relación entre productividad y bienestar pasa a ser
negativa. La selección genética, los programas de alimentación y manejo han
alcanzado un “techo biológico” donde una mayor productividad es incompatible
con un aceptable nivel de bienestar. Estudios recientes, en bovinos de leche y
de carne han demostrado que cuando se mejoran las condiciones de vida de un
animal de manera significativa y este se adapta al medio productivo
exitosamente, los animales alcanzan un potencial productivo determinado, que no
necesariamente es producir más. Es decir, si se reduce el estrés en la
producción, lo que se disminuye o previene son las perdidas en cantidad y/o
calidad de los productos. Lo cual sugiere que los efectos del estrés en la
calidad de los productos tiene un efecto enmascarador, que no permite medir
otros efectos reales de los factores determinantes de la calidad de un producto
como el tipo de sistema de producción, alimentación, raza y edad.
El
manejo violento de los operarios en el ganado lechero ha sido documentado
como
uno de los principales factores que afectan el rendimiento en los establos
lecheros, incluso donde las vacas tienen la habilidad de reconocer al operario
que las maltrata y esto influye en el rendimiento lechero. Otro estudio
realizado en 94 establos en los que se implementó un programa de intervención
para mejorar las actitudes y el manejo hacia los animales, mostrando una mejora
en la cantidad de leche producida, además de niveles de calidad óptimos de
proteína y grasa. También se ha encontrado que el estrés social potenciado en
sistemas intensivos tiene una influencia importante en el rendimiento
productivo, donde las vacas de alta dominancia producen más leche en
comparación con las de baja. Otro ejemplo es la higiene corporal que
proporciona información sobre la calidad de vida y características de las
instalaciones, la cual está altamente influenciada por las altas densidades, la
época de lluvias, una mala limpieza de los cubículos, y un alto contenido de
humedad de los sustratos utilizados como cama. Las vacas con mayores índices de
suciedad son más proclives a tener altos valores en el conteo de células
somáticas, que están asociadas a un descenso en la producción láctea, reducción
a la concentración de grasa, lactosa y caseína, además de un efecto negativo en
la calidad sensorial en leche pasterizada
Conclusiones
Teniendo
en cuenta que la tendencia actual es el la intensificación de la producción, es
necesario desarrollar herramientas y protocolos que minimicen el coste
biológico de la adaptación de los animales a estos desafíos. Es posible que el
impacto del estrés haya sido subestimado en el pasado. Sin embargo, es
imprescindible invertir en mejoras en el presente, para procurar el bienestar
de los animales y prevenir las pérdidas de la industria lechera. Estas mejoras
deberían dirigirse al establecimiento de programas que tengan al bienestar
animal como una prioridad, además de la existencia de una legislación que
deberá estar basada en evidencias científicas. Al mismo tiempo, será necesario
informar a los consumidores y advertir a la industria lechera que el valor
ético de un producto es un elemento de creciente importancia económica y una
oportunidad de negocio que va en aumento.
Autor/es: Miranda-De La Lama, G.C. Departamento de Ciencias de
la Alimentación, División de Ciencias Biológicas y de la Salud, Universidad
Autónoma Metropolitana, UAM-Lerma, Av. Hidalgo Poniente 46, 52006, Lerma de
Villada, Estado de México.
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